Teoría de juegos en la jungla




Probablemente todos hemos oído hablar alguna vez de teoría de juegos, desde películas y documentales, hasta en libros y artículos de economía, política y estrategia, por mencionar algunos temas con los que se relaciona, es decir que sabemos o tenemos alguna idea de que se trata de una rama de las matemáticas que genera modelos para estudiar la toma de decisiones y las interacciones que se producen entre los actores que las realizan.

Sin embargo, la palabra “juegos” aquí se utiliza para denotar estructuras formalizadas de incentivos y, además, se parte de la premisa que todo se desenvuelve dentro de parámetros racionales, es decir, aún tomando en cuenta la infinidad de situaciones que pueden desarrollarse en un conflicto humano, como son traición, pugnas, intrigas y demás, se supone una dinámica de funcionamiento lógica de los actores que participan.

Pero trataré de mantenerme dentro de un abordamiento sencillo de esta herramienta, pues, en primer lugar, este no es un artículo de naturaleza y profundidad científica, y segundo, porque en esta ocasión mi único interés es mostrar lo que análogamente podemos deducir de lo anteriormente explicado, y es que en un entorno donde los jugadores no parecen comportarse de manera racional, utilizar los preceptos de esta herramienta parecerían poco útiles, en vista que la irracionalidad distorsiona totalmente la predicción de escenarios posibles.

La primera vez que me senté a jugar dominós, a los jugadores contrarios les costaba deducir cuales serían mis próximos movimientos, a pesar de que eran personas de vasta experiencia. Al principio pensaron que era mi estrategia particular para confundirlos, pero la verdadera razón de que ellos no pudieran anticipar mis jugadas era que precisamente esperaban de mi un comportamiento lógico basado en que sabía como jugar el juego, cosa que no era así.

Lo anterior parecería estar pasando en la política dominicana, específicamente en las pugnas internas que se han manifestado ya en todas las organizaciones políticas de mayor importancia, la última de ellas, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), del cual renunciaron en octubre del año pasado su hasta ese entonces presidente, así como un grupo de dirigentes altos y medios que le siguieron en una acción que muchos califican, y con razón, como un salto al vacío.

Pero expliquemos en base a la teoría de juegos el porque la decisión del grupo saliente parecería, a todas luces, desafiar el comportamiento racional. Uno de los modelos matemáticos más conocidos para explicar la teoría de juegos es el conocido “Dilema del Prisionero”, donde dos personas son arrestadas y, por separado, un fiscal intenta provocar que alguno de ellos confiese delatando al otro.

En ese sentido, el fiscal prepara una trama para provocar la confesión de los dos involucrados, por tanto, a cada uno por separado les ofrece obtener su libertad a cambio de confesar el crimen e incriminar a su compañero, pero, al mismo tiempo, también por separado; es decir, sin que los interrogados tengan contacto o sepan realmente lo conversado con el otro, el fiscal amenaza con una condena segura si no confiesa, a lo que también se agrega la intriga de inducir en ambos detenidos el miedo de que su socio podría aceptar primero que él y hundirlo.

Pero sin entrar en detalles del modelo anterior, la mejor opción que tienen los actores en el famoso “Dilema del Prisionero” sería que cada jugador esté consciente del impacto que su decisión provocará en el otro, así como suponer que el otro jugador se comportará también de manera racional, produciéndose de esta manera una tendencia a que ambos jugadores busquen un escenario donde ambos ganen (ganar-ganar), evitando a toda costa una conclusión donde alguno o los dos pierdan.

Pero repito, para logar este equilibrio es fundamental que todos los actores se comporten de manera racional, cosa que no parece ocurrir tan a menudo en nuestra media isla, y no solo en la política, parece haber una tendencia cultural en nuestro país a preferir las decisiones irracionales y egoístas, o a querer convertir todo en una especie de modelo de “juego de suma cero”, donde un jugador gana y otro pierde indefectiblemente, parecería que estamos en una especie de jungla, donde todos los actores se mueven en base un instinto primigenio no racional.

Ese fue el caso del ex-presidente Leonel Fernández, quien a pesar de haber obtenido prácticamente la mitad de los votos en las elecciones primarias internas de su partido, no capitalizó ese poder para negociar una posición favorable, en vez de esto, prefirió renunciar y convertirse en oposición del Gobierno que defendió hasta hace apenas unos meses, constituyéndose en una decisión donde no se visualiza un objetivo de ganar algo, sino que básicamente lo que se evidencia es una clara motivación en dañar a su anterior partido. 

Pero este es un comportamiento irracional que trasciende a la política y que se ha generalizado en nuestro país. Esta tendencia a una especie de obtención del “todo o nada”, es decir, a ganar haciendo que pierda otro o aumentar alegremente el riesgo a que pierdan todos, es una tendencia que podemos apreciarla también en nuestro país en áreas como los negocios, cuando se comercializa un servicio o producto a costa de mentir a los clientes o dañar a la sociedad.

Parece mentira, pero hasta en las relaciones de pareja vemos esta tendencia a preferir convertir el sistema de interacciones en juegos irracionales o de suma cero, en otras palabras, juegos donde no se puede negociar previendo escenarios lógicos posibles o juegos donde uno gana y otro irremediablemente pierde, y precisamente vemos esto en las relaciones donde cada parte asume posiciones individuales cerradas que no aceptan escenarios balanceados entre los intereses encontrados.

Pero yo soy optimista, pues no parece muy útil ser otra cosa, parafraseando a Winston Churchill, así que sé que con el esfuerzo de todos podremos algún día transformar esta jungla de emociones e irracionalidades desbordadas, en una verdadera sociedad civilizada y racional del siglo XXI, donde el modelo de juego “ganar-ganar” sea la regla y no la excepción.

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