Control de la migración para el desarrollo

Por Hernán Paredes



El tema migratorio en nuestro país es probablemente una de las problemáticas más relevantes a resolver en las próximos años, agravado por estado de situación fallida que se presenta en el Estado vecino de Haití y por la indiferencia de la comunidad internacional que al parecer cree que el caso haitiano se soluciona con limosnas u ofreciendo discursos poéticos en foros internacionales, pero lo cierto es la República Dominicana tiene que lidiar todos los días con la problemática que representa el gran flujo de personas en situación de ilegalidad proveniente de la Haití.

Pero pongamos las cosas en su contexto histórico, lo primero es confesar que todos somos inmigrantes, y es que la especie humana empezó a migrar exitosamente, según las pruebas científicas más acertadas, desde el continente Africano hace aproximadamente 65 mil años, expandiéndose por todo el mundo y asegurando así la propia supervivencia de la especie en un planeta muchas veces hostil que estuvo apunto de desaparecernos en más de una ocasión, es decir, en nuestra naturaleza está impregnado, como en todo ser vivo, un instinto de supervivencia que nos empujó a poblar el mundo.

Por tanto, podríamos decir que la primera prioridad de todo ser humano es sobrevivir, y esto incluye huir de entornos desfavorables hacía otros más adecuados, hacía la búsqueda de mejores condiciones de vida, por tanto, la migración haitiana hacía nuestro país tiene un componente humano que debe entenderse y estudiarse sin prejuicios ni xenofobias, sin embargo, este flujo masivo de seres humanos que demandan servicios de salud, educación y trabajo deber ser conocido por el Estado de manera que pueda establecer políticas de planificación del desarrollo en base a criterios reales.

Por tales razones, todo Estado que pretenda mantener niveles de desarrollo o alcanzar estos, debe regular no solo a todos sus ciudadanos sino también a las personas que se encuentran en tránsito.

Pero el tema migratorio debe verse alejado de distorsiones prejuiciadas y del odio que precisamente genera haber desatendido generacionalmente está problemática. Ahora bien, en la historia reciente del Estado dominicano se emprendió un plan nacional de regularización de extranjeros donde se inscribieron aproximadamente 250 mil personas, el 98% de nacionalidad haitiana, cumpliéndose así un compromiso humano de La Administración con esta problemática.


Sin embargo, ahora debemos como Estado emprender las acciones de control y fiscalización en armonía con los principios de derechos humanos acordados en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero también con la firmeza y la convicción de que la República Dominicana nunca alcanzará el desarrollo si no implementa una política migratoria clara, humana y real para estos 48 mil Km2 de país que aspiran a alcanzar niveles de vida óptimos.

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