LO TÉCNICO VS. LO POLÍTICO

En el sector público siempre ha existido una especie de batalla silenciosa o guerra fría, entre corrientes que tienden a los argumentos técnicos, y otras que sustentan sus planteamientos con fundamentaciones políticas. Obviamente, las cosas no son simplemente blancas o negras, existen tonos grises entre una y otra tendencia.

Para mí, lo fundamental no es lo técnico puro o lo político puro, para mí lo fundamental es la misión a la cual esta llamada el Estado, asegurar que nuestra vida en sociedad sea posible o viable, con todo lo que ello implica (regulación, compensación y planificación, etc.). Es por esto que no creo que el funcionario ideal sea el fundamentalmente técnico, pero tampoco creo que el más conveniente sea el mayormente político. Pienso que un funcionario optimo sería el capaz de balancear lo técnico y lo político en sus decisiones, es decir, saber cuándo debe fundamentarse principalmente en uno o en el otro.

De esta manera, cuando el funcionario tenga que tomar decisiones que involucren resultados directos en las personas, no solo importan los datos estadísticos o fórmulas económicas, sino que también debe tomarse en cuenta lo humano. Esto no quiere decir que deba sacrificarse el bien de muchos por el de pocos, más bien apunta a que deben de hacerse consideraciones profundas antes de la toma de decisiones. La historia está repleta de casos donde fueron sacrificados unos pocos sin considerar las consecuencias que esta decisión tendría sobre los muchos.

Mis aseveraciones no son definitivas. Lo plateado aquí es simplemente el resultado de cuestionarme sobre este tema por algunos años, sin embargo, lo único invariable y constante es el cambio. Por lo pronto, mi funcionario público ideal es un híbrido TÉCNICO-POLÍTICO.

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